Con la edad, es natural que el sueño cambie: puede costar más dormirse, haber más despertares nocturnos o una sensación de sueño menos profundo. Aunque es algo habitual, no significa que debamos resignarnos a descansar mal.
Cómo favorecer un sueño de calidad
Crear una rutina diaria estable ayuda mucho: levantarse y acostarse a la misma hora, incluso los fines de semana, regula el ritmo biológico. También es importante evitar comidas copiosas antes de dormir y favorecer cenas ligeras, a base de alimentos fáciles de digerir.
Durante el día, la exposición a la luz natural y la realización de actividades físicas suaves —como caminar o hacer ejercicios adaptados— contribuyen a mejorar el sueño. Y por la noche, optar por un ambiente relajante, con una temperatura agradable y sin ruidos, facilita el descanso.
El entorno también influye
En nuestras residencias cuidamos especialmente los espacios destinados al descanso. Habitaciones confortables, silenciosas y con luz regulable ayudan a crear un ambiente propicio para dormir. Además, cada residente cuenta con una rutina personalizada que respeta sus necesidades y ritmos.
Dormir bien es vivir mejor
Un buen descanso impacta en la memoria, el estado de ánimo y la salud general. Por eso, en nuestra residencia no lo tratamos como un detalle más, sino como una prioridad en el cuidado. Si deseas conocer cómo acompañamos el sueño y bienestar de quienes viven con nosotros, estaremos encantados de atenderte.