El movimiento no solo fortalece el cuerpo, también cuida la mente. En el blog de hoy, desde nuestra residencia, os explicamos por qué es importante mantenerse activo físicamente en la madurez dado su impacto directo en el estado de ánimo, la autoestima y la calidad de vida.
Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio regular ayuda a reducir los síntomas de ansiedad y depresión, mejora la calidad del sueño y favorece las relaciones sociales. Además, promueve la liberación de endorfinas, las conocidas “hormonas de la felicidad”.
Entre los beneficios más destacados de la actividad física en el bienestar emocional se encuentran:
Mayor sensación de autonomía y control, al mantener capacidades funcionales.
Reducción del estrés y la tensión acumulada, gracias al movimiento y la respiración.
Fomento de la interacción social, sobre todo en actividades grupales como paseos, gimnasia suave o baile.
Mejora de la autoestima, al comprobar avances y sentirse capaz.
La naturaleza como aliada emocional
Incorporar la naturaleza en la rutina de actividad física —ya sea caminando por un parque, haciendo ejercicios al aire libre o simplemente moviéndose cerca de plantas o luz natural— potencia el efecto terapéutico del ejercicio. Diversos estudios respaldan que el contacto con entornos naturales reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) y mejora el estado de ánimo de forma casi inmediata.
En nuestras residencias fomentamos el movimiento diario como parte del bienestar integral. Acompañamos a cada persona según sus capacidades, con actividades seguras y motivadoras.